“La medición del tiempo
como necesidad pasó a ser una obsesión, y Cronos, con su ojo redondo con un
mallo clavado en el centro, llegó a ser, y aún sigue siendo, el gran vigilante
de las acciones humanas. El viejo dios que se come a sus hijos, el dios vicario
de una razón condenada a la infancia sigue teniendo tal importancia que se ha
convertido en el oculto enemigo de todos. Todos luchan contra él, mientras el
viejo invento de rostro borroso sigue mirando a Urano, haciendo latir
rítmicamente un corazón de polvo de estrellas.”
49 respuestas a la aventura del pensamiento, Eduardo Pérez de Carrera.
Si actualmente tendemos a convertir “necesidades” en
obsesiones, en el caso del tiempo
este hecho es cuanto menos notorio. Todo tiene una hora, una planificación o un
programa. Esto no es algo malo, no si se trata de usarlo en ciertos aspectos
que sí necesitan ser planificados.
Sin embargo, la obsesión por el tiempo nos está llevando a estructurar
absolutamente todo en base al reloj y, lo que es peor, al calendario. Nuestro
futuro, ergo nuestra vida, la estamos planeando, de manera que nuestro presente
consiste únicamente en el nexo entre pasado y futuro. Esto es, el ahora lo
vivimos tratando de encajar lo que hicimos ayer con lo que tenemos que hacer mañana.
Pero… ¿y nosotros? ¿Y nuestro cuerpo? ¿Y el “me
apetece”? ¿Y el “quiero”? Esta obsesión por el tiempo se traduce en una
obsesión por controlar absolutamente todo lo que nos rodea y lo que nos
rodeará. ¿Nadie más ve que es sencillamente imposible conseguir eso? ¿Nadie ha pensado que la frustración de no
alcanzar los horarios marcados y los planes establecidos es inevitable? No
podemos saber si no habrá interferencias en nuestros caminos, ya sean externas,
ya sea que no puedes terminar ese proyecto importantísimo porque te apetece darte una maldita vuelta, que nos impidan cumplir con esos “objetivos”.
La única forma de evitar esa impotencia y esa
frustración es eliminar el horario, el plan, la obligación que nos ponemos a nosotros mismos. El “take it easy”. La
planificación es necesaria cuando tenemos que hacer algo que no nos apasiona,
pues necesitamos una ayuda para ponernos con ello. El problema está ahí:
¿cuándo fue la última vez que hiciste algo que te apasionaba? ¿Cuándo fue la última vez que una tarea te
tenía tan absorto que no querías mirar el reloj, porque simplemente el tiempo
no parecía pasar?
“A veces el hombre se complace en la búsqueda de
sufrimiento mientras manifiesta su risa en la contemplación mezquina del miedo
ajeno. Y no pregunta el secreto del ruido que provocan los miedos. Pedid al ego
viejo, tantas veces enfermo, que os cuente a través del humo de un fuego apagado por qué asustan
los cuentos de encuentros del tiempo pasado con el presente.”
49 respuestas a la aventura del pensamiento, Eduardo Pérez de Carrera.
ALMU
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