sábado, 6 de septiembre de 2014

Salud mental y locura son sinónimos


En "Una mente maravillosa", cuando John Nash (Russell Crowe) se tomaba las pastillas que le trataban la esquizofrenia dejaba de tener alucinaciones, pero estaba cansado, triste, sin deseo sexual (ni más ni menos que con Jennifer Connelly de esposa) y, lo que más parecía dolerle, sin la misma capacidad mental. 

Si se medicaba para tratar de curar su enfermedad, John Nash dejaba de ser una mente maravillosa. 

Pensando sobre ello desde mi mesa, me viene una pregunta a la cabeza: ¿hasta qué punto estar sano nos deja de dar vida para quitárnosla? Es un poco radical, sí, pero lo que me interesa es que esta pregunta me lleva a otra: cuando lo que debemos y lo que queremos hacer, lo que nos hace felices, no coincide, ¿cómo elegimos entre ambas cosas, y por qué?

Yo veo cruel hacernos a nosotros mismos semejante putada. Más que nada, no entiendo por qué. Y en ese debate acabamos viviendo día tras día. "Lo que quiero hacer no es lo que está bien, no es lo apropiado, me va a sentar fatal..." ¿Tan disparatado suena pensar que si es lo que quieres hacer, simplemente por eso, estará bien?

Atracarte a dulces, ponerte la ropa que te dé la gana (o ninguna), fumar, beber, domingos en pijama, bailar o cantar por la calle... Humanidad, al fin y al cabo.

Llega un punto en que elegir constantemente lo que debes antes de lo que quieres, supone una represión: reprimir tu instinto, tu necesidad, tu naturaleza. Entonces, nos volvemos amos de nosotros mismos, y somos nuestro propio esclavo. Pero es que luego queremos libertad, y somos los primeros que nos la quitamos. Por costumbre, por hábito, porque es "lo correcto". 
¿Con qué derecho pedimos después ser libres? ¿Por qué buscamos culpa en los demás por esa frustración que sentimos si nos la causamos cada uno de nosotros?

Hace tiempo que dejamos de preocuparnos por la superviviencia... Bueno, que deberíamos de habernos dejado de preocupar por ella. Igual vivir estando cuerdo no es exactamente vivir. Si estar enfermo es estar loco, o significa vivir menos, pero feliz, quizá merece la pena. A lo mejor estar feliz sin miedo a no hacer lo que conviene es lo que de verdad te da salud... Vida seguro que te da; no de la que se mide en tiempo, pero sí de la del vello del brazo erizado, piel de gallina, sonrisas y carcajadas, o besos y abrazos. De los largos y ricos. 

Como dicen en "Martín (Hache)" no creo que alguien que es capaz de vivir como piensa sea un mal ejemplo. El personaje que lo dice bebe, se droga, vive en habitaciones de hoteles y tiene una vida sexual "ajetreada". Dice lo que se le pasa por la cabeza en cuanto se le pasa por la cabeza, y siempre es la verdad. Si eres gilipollas te lo dice. Y si te ama, también te lo dice. Puede incluso que te las diga a la vez. Pero la franqueza se ha convertido en una locura por el pavor que sentimos ante la realidad que tenemos frente a nuestras narices y no nos da la gana aceptar. Elegimos ser esclavos de nuestras mentiras... 

Yo quiero estar loca, decir la verdad y no tener miedo... Y creo que verlo posible es el primer paso para conseguirlo.

Y porque no me perdonaría en la vida decir algo de "Una mente maravillosa" sin mencionar el literally breathtaking discurso final, cuando John Nash recibe el Nobel, aunque no tenga nada que ver con el tema, me despido cerrando la entrada con su vídeo y sus maravillosas palabras:



Siempre he creído en los números. En las ecuaciones y la lógica que llevan a la razón. Pero, después de una vida de búsqueda me digo, ¿Qué es la lógica? ¿Quién decide la razón? He buscado a través de lo físico, lo metafísico, lo delirante, … y vuelta a empezar. Y he hecho el descubrimiento más importante de mi carrera, el más importante de mi vida. Sólo en las misteriosas ecuaciones del amor puede encontrarse alguna lógica. Estoy aquí esta noche gracias a ti. Tú 
eres mi única razón de ser. Eres todas mis razones.

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