viernes, 29 de junio de 2018

Tenía que decirlo: Justificar nuestra existencia


Me he dado una vuelta por Facebook después de un tiempo (semanas, un par de meses quizás) sin redes sociales. He sentido vergüenza ajena de lo que había en mi muro, pero eso no me ha chocado. Lo que me ha chocado es la sensación que he tenido, pensando: pero ¿para qué hacemos esto? Me ha parecido absurdo.

Quizás estoy demasiado repelente, demasiado anárquica. Muy rebelde contra esta sociedad. Cada vez me doy más cuenta de que no me gusta nada. Se están tambaleando los cimientos de mis “ideologías”, y hay ciertas cosas que antes no me importaban porque no les prestaba atención, pero que ahora llegan a tocarme la fibra.

¿Cuánto se pierde una persona para que un espacio virtual superficialmente humanizado se convierta en un refugio? ¿En qué momento hemos decidido que eso sustituye nuestra esencia? Ya no hay filtro para acciones y reacciones: todo se ve y a todo se responde. Todo el rato hay que saberlo todo y decir lo que sea al respecto para ser alguien. Si no te formas no eres nadie, pero si te formaste y no lo sigues haciendo tampoco vale, si no demuestras curiosidad y si no hablas, no vales. Digas lo que digas, lo importante es que se note que estás, y que todo el mundo sepa que estás haciendo muchas cosas, porque se supone que es lo que hay que hacer.

Trabajo, estudios, trabajo y estudios, cursos, gimnasio, talleres, idiomas, más cursos, un máster, otro máster, otra carrera, mientras trabajas, o no, pero demuestra, demuestra, demuestra, porque te estamos vigilando, danos explicaciones. ¿Qué estás haciendo, en qué estás pensando? ¿De verdad no estás haciendo nada?

¿No vas a estudiar más? ¿No vas a seguir buscando trabajo, aunque ya tengas uno? ¿No has visto la nueva serie de moda? ¿No haces deporte? ¿No vas al gimnasio? ¿Tres idiomas, solamente? ¿Qué has hecho el fin de semana? ¿Te has leído este libro? ¿Cuántos países has visitado? ¿Sólo? Etc.

Haz, haz, haz. HAZ. Lo que sea, pero no te estés quieto.

Qué pereza.
Si algún curso merece la pena, en mi opinión, es de mindfulness.
Si algún libro merece la pena, es sobre budismo y estar presente.

¿De qué nos sirve hacer, hacer y hacer, si no estamos? ¿Acaso eres consciente de lo que sientes? ¿Acaso has destapado todas las emociones que tienes acumuladas? ¿Acaso te importa la gente, te importa el mundo que te rodea? La idea está equivocada. Hacer y hacer, el carpe diem, no es estar ni es sentir. Moverte porque sí, exprimir tu tiempo hasta el último segundo disponible no es vivir. No nos sirve el CV más largo del mundo, ni una lista interminable de experiencias, ni visitar todos los rincones de la Tierra, si el objetivo es usarlo para contarlo. Porque, seamos sinceros, ¿quién se para a pensar si de verdad quiere y siente la necesidad de hacer una cosa? ¿Quién no va a tal sitio porque se lo recomiendan, o hace tal curso por lo mismo? ¿Cuántos piensan en lo que quieren de verdad y lo viven?

¿Cómo vamos a estar atentos a lo que pasa en nuestro cuerpo y en nuestra mente si no paramos?

Todo por justificar nuestra existencia. Creo que tenemos la idea de que son las cosas que hacemos las que nos dotan de esencia, y si en algo me han insistido últimamente es en que somos porque sentimos. Existimos porque sentimos, no porque hacemos, ni siquiera porque pensamos, tal y como decía Descartes. Haciendo nada, sentados, "viendo el tiempo pasar" y levantando las heridas de esos del carpe diem... Nuestro cuerpo siente y vive, equilibrando al universo. 

Sintamos, y a partir de ahí, dejemos ser a todo lo demás.