I'm in need of the answer, in search of the questions, in love with being broken-hearted Days race by faster, it's a made up lesson and I've lost before I started A little white lie, a big black sky, your emptiness open on the dashboard You feel a lack of self and it's someone else telling you to try where you failed before.
How bout no longer being masochistic How bout remembering your divinity How bout unabashedly bawling your eyes out How bout not equating death with stopping
Es curioso porque vivir con miedo parece un obstáculo, un freno, un fracaso. Vivir sin miedo parece imposible. Pero realmente no se trata de eso. Se trata de que si no tuviéramos miedo, no estaríamos vivos; si no tuviéramos miedo, estaríamos vacíos.
El miedo nos bloquea, pero el miedo nos llena. Y el miedo realmente nos bloquea sólo si no nos enfrentamos a él. Dispuestos a vencerlo, el miedo no es más que un impulso. Como escribí anteriormente, el miedo sólo es el primer paso para vencer. Yo, hoy, me planteo sinceramente qué prefiero: ¿vivir sin miedo, o vivir con él y vencerlo? A veces deseo fuertemente no tener miedo. Pero hoy me pregunto: ¿si no tuviera miedo, cómo avanzaría? ¿Cómo evolucionaría? ¿Cómo me retaría?
El miedo es una barrera, pero si no hay barrera que saltar, no sólo no hacemos el esfuerzo de saltar, sino que no sentimos el orgullo de superarla. Si no hay montaña que escalar, luego no podemos apreciar desde la cima lo lejos que hemos sido capaces de llegar. El miedo nos amedrenta, pero tenerlo es la única manera de probarnos a nosotros mismos para después saborear un éxito que es única y exclusivamente nuestro.
Para sentirnos grandes hay que vencer nuestro miedo, y para eso necesitamos tenerlo. Yo pensaba que lo peor no era tener miedo, sino tener miedo a vencerlo; no obstante, ahora creo que lo peor es, directamente, no tener miedo. No tener un miedo que vencer. Yo me engañaba pensando que tengo que aspirar a estar tranquila y en paz conmigo misma, cuando en realidad lo único que puede llenarme de verdad es luchar. Es crecer. Y no hay nada como el miedo para hacerlo.
El miedo pesa, porque tiene mucha fuerza. Pero esa fuerza es nuestra, igual que el miedo. Si las energías que ponemos en apoderar a ese demonio negro que nos lastra las utilizamos en nosotros mismos, el miedo desaparece, y nos apoderamos nosotros, aprendemos, crecemos. La línea es muy fina: la vida se pierde teniendo miedo, pero si lo tenemos y lo enfrentamos, la vida se vive. El único resultado posible es ganar, pase lo que pase.
Sólo hay dos sentimientos que nos hacen mejores de lo que éramos ayer: el miedo y el amor.