miércoles, 27 de agosto de 2014

Cada día


Por estar cada uno donde tenemos y queremos estar, este 28 de agosto andamos todos en un lugar diferente. Y quién diría que el responsable trabajador sería Geni… (Pues quien no te conoce bien, por supuesto). Ni mamá ni yo podemos darte un abrazo, ni tú a papá puedes intentar darle un apretón de manos, ni yo puedo darle uno de los dos besos que papá me deja darle por año; de nuevo, no podemos ni comer ni cenar los 4 juntos el día de vuestro cumpleaños. 

Sin embargo puede que nunca hayamos estado tan unidos. Se nos notan a todos los años ya, y la madurez nos ha traído la conexión que creo antes nos faltaba; ahora nos puede separar el Atlántico, otra vez, y jamás me he sentido tan cerca de vosotros.

Lo dije el año pasado, lo vuelvo a decir, y lo seguiré diciendo siempre: mis Genis, mi padre y mi hermano, sois los hombres de mi vida. Cada día, hacéis reír a cualquiera que os crucéis. Cada día que pasa y que nos hace crecer aprecio más cómo sois, lo que sois, y cómo dejáis una huella en el mundo de la que toda persona debería ser testigo. Cada día. Papá en silencio y tú a grito pelado hacéis que todo el maldito planeta recuerde un apellido: De Grado.

Aquí ya no sé cuántas veces he tenido que decirlo y deletrearlo: - Votre nom de famille? + De Grado, D-E-(espace)-G-R-A-D-O. Y que esté bien escrito y bien clarito. Pertenezco a esta familia que estos dos hombres engrandecen cada día (familia que no sería nada sin los ROMERO, obviamente).

Puede que todas estas palabras suenen soberbias y orgullosas, pero perdonádmelo (o ajo y agua): me es imposible no hablar así de mi familia, sobre todo estando tan lejos, e incluso más en este día, 28 de agosto. No es casualidad que mi padre y mi hermano nacieran el mismo día, no lo es en absoluto. Para mí desde luego no lo es: dos Eugenios, dos 28s de agosto, dos ingenieros de minas, un regalo. En 1958 y en 1989, ese día el regalo fuisteis vosotros. Desde entonces lo seguís siendo los otros 364 días. Cada día.

Tú y papá, cada uno a su manera en medios pero llegando al mismo fin, os convertís cada día en un ejemplo a seguir. Simplemente, sois dos personas que sé que nunca me vais a decepcionar. Y en un mundo muchas veces tan carente de esperanzas, vosotros para mí sois fe. Sois ese: “Joder, qué dura es la vida, pero cómo merece la pena.”

Lo que me siento capaz de hacer por vosotros, lo que daría por vosotros y lo que le haría a quien os ha hecho u os haga daño no puedo explicarlo con palabras porque no las hay. Y cada día es más difícil porque cada día os quiero más y más. Y más.


En realidad no hace falta que sea 28 de agosto para saber esto, para recordar esto, para sentir esto (de hecho aquí aún es 27). Ni hace falta irse a Montréal para descubrirlo. El caso es que hoy es 28 de agosto, yo estoy en Montréal y siento todo esto, aunque, en el fondo, sólo quería decir: feliz cumpleaños papá, feliz cumpleaños hermano; os echo de menos y os quiero con todo mi corazón, cada día.

(No es su cumple, pero a mi mamá también la echo de menos y la quiero con todo mi corazón cada día.)

Ésta por mi hermano:

You deserve real love.

Tears in the rain - The Weeknd



Y ésta por mi papá:

You, soft and only. 
You, lost and lonely.
You, strange as angels, 
dancing in the deepest oceans, twisting in the water,
you're just like a dream. 

Just like heaven - The Cure


jueves, 21 de agosto de 2014

WATERPOLO: no es sólo un deporte.


En "El curioso caso de Benjamin Button" se escucha esta frase: 

La vida no se mide en minutos, sino en momentos.

Yo entiendo esos momentos como los que se te graban en la mente para siempre, los que te ponen la piel de gallina, los que aceleran el ritmo del corazón y los que te hacen pensar "esto se lo contaré a mis nietos". Cuando tiemblas, cuando no controlas tu risa o tus lágrimas, cuando parece que no hay suelo bajo tus pies, cuando sientes que flotas... como en la piscina. 




Poca gente sabrá de lo que hablo, pero quien lo haga probablemente sienta la necesidad de dar las gracias por el puto momento en que se le ocurrió apuntarse a waterpolo. Ese bendito momento, que traerá todos los que miden su vida y la medirán. 

El primer día que llegas a la piscina no te figuras lo que vas a sufrir, lo que te va a doler, el frío que vas a pasar, lo que vas a llorar, lo que te vas a cagar en todo, lo que cansa, los gilipollas que te vas a encontrar, lo que pica el odioso cloro y lo aburridísimo que puede llegar a ser nadar (el waterpolista jamás entenderá cómo a la gente le puede gustar...). 

Tampoco te imaginas lo muchísimo que te vas a reír, los sitios que vas a conocer, lo fácil y rápido que te vas a acostumbrar, las personas magníficas y extraordinarias con quienes tendrás el lujo de compartir aunque sea un instante, lo grande que te vas a sentir, lo que desestresa chutar, lo placentero que puede llegar a ser escuchar "fuera gafas", lo que vas a disfrutar aprendiendo de quien sabe y de quien no, y lo que lo vas a echar de menos y lo vacío que te vas a sentir cuando te falte.

Jamás se te ocurriría que este "deporte" te enseñaría lo que es el compromiso natural, instintivo, que a veces roza el masoquismo. La de veces que te vas a plantear dejarlo y la de veces que te vas a contestar: "no te lo crees ni tú; ¿qué mierdas eres sin waterpolo?". 

Pues eso eres, un mierdas. Porque este "deporte" nos ha hecho, nos ha construido y nos ha quitado la vida para dárnosla de otra forma. Nuestra personalidad, nuestras reacciones, nuestra manera de emprender cualquier tarea está determinada porque el waterpolo nos ha enseñado que te van a llover palos por todos lados y lo que hay que hacer es seguir de pie, luchar porque no te den, o porque, aunque te den, no te caigas, y que pase lo que pase, llegues a tu meta, porque si quieres, si te esfuerzas, puedes. Siempre. 

Hemos aprendido que el éxito cuesta, pero que no es inalcanzable. Porque sabemos en qué consiste de verdad el éxito. Nos ha inculcado como valores esenciales la constancia y el sacrificio, y por eso no nos cabe en la cabeza salir a la calle y encontrarnos tanta falta de ambición, de lucha y de pasión. 




Cada sensación se multiplica por mil, y aunque un fallo sepa a fracaso amargo y doloroso, nos recuperamos ipso facto y vamos como locos a redimirnos, porque de la misma forma, un simple acierto nos sabe a deliciosa gloria. Y eso viene de tanto esfuerzo. Es el claro ejemplo de las segundas oportunidades: hemos aprendido por experiencia que, la mayoría de las veces, el cuándo es el final depende sólo de ti mismo; el momento en que algo acaba lo eliges tú.

Muchas veces queremos rendirnos, muchas veces es realmente insoportable tener que esforzarte tantísimo con tan poca recompensa, si es que la hay. Hasta que nos acordamos de que la recompensa está en ese sacrificio que somos capaces de hacer día tras día. Y entonces nos sentimos como héroes

No es hacer ejercicio. No es un hobby. No es sólo un deporte. 

Es la base, es nuestra esencia. Lo que llevamos allí donde vamos porque es lo que somos. La sangre que corre por nuestras venas. 

Nuestra galaxia, nuestra droga, nuestra perdición.



ALMU



If it makes you lose yourself, then it's worth it.

martes, 19 de agosto de 2014

"I'm back."

¡Hola! 

Por fin me pongo y recupero mi blog. Y lo hago ni más ni menos que desde la increíble ciudad de Montréal. Qué suerte tengo. Porque si de algo me he dado cuenta en estos últimos meses es de la suerte que tengo: por dónde estoy ahora y por dónde estaba antes. Será la "M" de maravilloso... Chiste fácil...


Así que de nuevo me zambullo en el proyecto que empecé y Blogger me quitó (o me quité yo, demostrando así mi dominio sobre la informática), que no, no es un blog, sino el proyecto persona: esa tarea que nunca acaba y que se consigue no consiguiéndolo. 

Publicaré entradas del anterior blog, que creo está desaparecido, y por supuesto nuevas. 

Espero que os guste :)

Echando de menos Madrid y enamorándome de Montréal,

ALMU